Segundo Movmiento

Casa do Brasil

21 de marzo al 06 de abril de 2024

Segundo Movimiento

Sigo la luminosidad y la oscuridad del viento.» Este haiku, escrito por Santoka Taneda, continúa expresando el viaje que iniciamos con "Portat (pel vent)" en 2019, en la sala Muncunil de Terrassa. Ahora, en este “segundo movimiento”, queremos profundizar en los desvaríos y encuentros de paisajes dispares, de tradiciones lejanas y de memorias recreadas en un suelo que solo el viento puede recomponer.

El trabajo instalativo nace de la colaboración entre Susana Arce, Fernando Sordo y José Bomfin. Se trata de una intervención construida en comunión artística donde el éxodo personal es fundamental para dejar la propia técnica, la propia poética y la propia tierra con el afán de estar a merced de un resultado que traspase fronteras.

El arsenal del que disponemos está constituido por piezas diversas que pueden ser recompuestas para activar la sala que alberga la instalación: un conjunto de piezas pictóricas casi monocromas; composiciones constituidas por múltiples elementos diseñados a partir de la materialización y repetición de un concepto, para presentar un vocabulario restringido. Formas redondas que se distribuyen cardinalmente, generando una unión entre geometría y bioforma sobre un cromatismo austero, protagonizado por grises y tintas medias muy matizadas, que huyen de la rotundidad y van desde la penumbra hasta la tenue claridad de perfiles desenfadados. Dibujos y pequeños objetos que se combinan en una búsqueda del azar provocado, con alusiones y símbolos concretos, billetes de avión, folletos, toda la carga de la vida llena de información a punto de desaparecer. Esculturas livianas en seda y lana, que juegan con la ligereza, para hablar del fluir y la permanencia, de la eternidad y el instante y de la importancia de vivir el momento presente.

La composición reúne elementos dispares en cuanto a materiales, formas, tamaños y colores, creando una unidad inestable y dinámica. En este segundo movimiento, queremos reforzar aún más la libertad de circulación de paisajes, personas e ideas como una metáfora de una totalidad que nos lleva al rostro del otro, siempre extranjero, como nosotros.